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Paloma, al igual que nuestra Sara y Chispa, proviene del mismo cazador. Un ibicenco muy mayor que llevaba a sus perros a cazar, pero eso era todo. No tenían chip, nunca fueron vacunados y ni siquiera fueron vistos por un veterinario. Además, vive en una zona residencial donde los vecinos se quejaban de perros que ladraban. Por eso les ató sogas de metal alrededor de la nariz para evitar que ladraran. Por esta razón, Paloma tiene cicatrices en la nariz.
Nuestro veterinario sospecha que Paloma tiene unos 8-9 años. Ahora está siempre feliz, de mente abierta, le gusta que la acaricien y la abracen y disfruta de su nueva vida. Tiene un fuerte instinto de caza y no deja pasar ni un solo conejo que pasa corriendo. Por lo demás ya anda bien con correa. Paloma actualmente está muy delgada, pero todos los análisis de sangre están bien.
Paloma busca una cesta blandita y gente que pueda dar agradables paseos con ella.

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